Sus cenizas fueron esparcidas en pleno vuelo en el espacio, su madre y hermanas emocionadas.
Raúl PUENTE-MORALES----.
“Ahora que he partido, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive los recuerdos, que reconfortan el alma”.
“Ahora que he partido, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido”.
Recuerda: “ Los hombres que viven no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños”. Y el sueño infinito
es solo una excusa”.
Hace apenas unos días que Roberto Hernández López sorpresivamente emprendió el viaje mas largo de todo ser humano, dejando tristeza y un hondo pesar en su familia, así como entre sus amigos entre los que se encuentra ese grupo de que gusta jugarse la vida por el sólo placer de hacerlo, nos referimos al club de parapentes, grupo al que Roberto pertenecía y quien qpoyq y brindaba su ayuda a todo aquel que lo solicitara.
Por ello la tarde del pasado viernes allá por la escalera frente a los inmensos riscos y montañas, todos sus amigos quisieron hacer un homenaje al compañero ido, volando como él lo hizo muchas veces, y de cierto ahora también voló, solo que ya no regresó a tierra, sus cenizas fueron esparcidas en el espacio, volando como él lo quería y ahora su compañera de vuelo, fue su propia hermana Esther, quien venciendo su miedo levantó el vuelo como las aves, para sentir la emoción y la soledad tan inmensa que se siente allá en los terrenos de Dios, donde sólo se admira la belleza y majestad todo lo creado por Dios.
Raúl PUENTE-MORALES----.

“Ahora que he partido, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido”.
Recuerda: “ Los hombres que viven no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños”. Y el sueño infinito
es solo una excusa”.

Por ello la tarde del pasado viernes allá por la escalera frente a los inmensos riscos y montañas, todos sus amigos quisieron hacer un homenaje al compañero ido, volando como él lo hizo muchas veces, y de cierto ahora también voló, solo que ya no regresó a tierra, sus cenizas fueron esparcidas en el espacio, volando como él lo quería y ahora su compañera de vuelo, fue su propia hermana Esther, quien venciendo su miedo levantó el vuelo como las aves, para sentir la emoción y la soledad tan inmensa que se siente allá en los terrenos de Dios, donde sólo se admira la belleza y majestad todo lo creado por Dios.
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