Bueno estuvo el agarrón que se dieron rojos y amarillos los azules ni pintaron
Raúl PUENTE-MORALES
Dijeron, casi siempre ocurre en automático que cuando el PRD pierde una elección constitucional, inmediatamente pone en tela de juicio sus resultados, acude a la descalificación del triunfador y trata de arrebatar en la mesa lo que los ciudadanos le negaron en las urnas.
Apartarse de la esencia de la democracia, en la que perdedores y ganadores quedan emplazados a dar vuelta a la página y a ingresar a una nueva etapa de normalidad democrática, es una estratagema perredista que no aporta nada al mejoramiento de nuestro sistema político.
Esta actitud poco leal a la democracia y mezquina con la transición, suele ser el refugio preferido y recurrente de partidos que, como el PRD, siguen revelándose poco aptos para asumir las reglas, las normas y los procedimientos democráticos.
Acusar al primer mandatario del Estado, licenciado Fausto Vallejo Figueroa, de ser mentiroso y hacer trabajo con cálculo electoral, se inscribe en la misma lógica de negar legalidad y legitimidad a la elección, cuando se carece de nobleza y humildad para aceptar la derrota, como ocurre elección tras elección con el PRD.
Agregaron que el PRI ha dado pruebas de ser un partido congruente e institucional en la derrota y en la victoria, y lo menos que pedimos de nuestros adversarios es que aprendan a respetar la decisión ciudadana y los veredictos electorales cuando no les favorecen.
Si en su campaña presidencial ese partido convocó a la conciliación y a serenar al país, sería deseable y muy significativo que, como una prueba de congruencia, comenzara por su propia casa.
Hace 12 años y hace 6, cuando el voto fue adverso al PRI y la voluntad popular decidió que otra fuerza política encabezara al gobierno federal, el Revolucionario Institucional aceptó su responsabilidad y reconoció los resultados para contribuir a la vida democrática del país, es decir, fue respetuoso con las instituciones.
Nuestro partido fue autocrítico, trabajó en torno a sus proyectos, escuchó a sus militantes, se acercó a la ciudadanía y se propuso firmemente recuperar el poder a base de una labor de convencimiento y de presentar la más convincente oferta política con candidatos jóvenes y renovados.
Hoy que los resultados son favorables para nuestra causa, lo menos que podemos exigir es respeto y reconocimiento de nuestra victoria porque así lo exige la democracia.
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