
En el arranque parecía que las Chivas tomaban el dominio del partido, tejieron al menos tres jugadas de peligro que no supieron concluir y comenzaban a adueñarse del balón.
Pero de a poco, los dueños de esa selva empezaron a surgir, retomaron el dominio de su territorio y
acorralaron al enemigo hasta dejarlo sin salida, los Jaguares pronto resolvieron su problema y desactivaron el peligro enemigo.
La velocidad felina de Jackson Martínez Martínez comenzaba a preocupar a un rebaño, que no atinaba a si defender o atacar, por lo que perdió la creatividad del medio campo y cedió terreno.
Las faltas, que habían sido propiedad de los locales, empezaron a ser una constante también el cuadro tapatío, recurso que aunque eficiente para cortar algunos peligros, pronto les trajo consecuencias.
A los 25 minutos, un tiro libre cobrado por Edgar Andrade, terminó en la red luego de que Jackson Martínez la rebotara sobre un defensa y, el balón perdido, terminara en los botines de Yasser Corona que en gran definición consiguió la ventaja.
Con el 1-0 a favor, los chiapanecos se adueñaron del equipo, cual felino, se agazaparon en el terreno y no dejaron más oportunidades a los visitantes y así se fueron a descansar.
En la segunda parte, la entrada de Omar Arellano por el Venado Medina no sirvió de mucho, el dominio de los dueños del Zoque siguió, que aunque no causaban peligro, tampoco soltaban el esférico al rival.
Pero la suerte acompaño al cuadro rojiblanco cuando a los 53 minutos, por conducto de Héctor Reynoso, consiguieron empatar la pizarra y parecía que, al mismo tiempo, daban un golpe que les traería tranquilidad en el terreno de juego.
Pero ese gol fui simplemente eso, suerte, pues sólo 10 minutos después, Jorge Rodríguez los hizo ver su realidad desordenada cuando en una gran jugada iniciada por Jackson Martínez, volvió a mover los cartones en favor de los Jaguares.
El 2-1 cayó como balde de agua helada para el Guadalajara, los fantasmas de las anteriores derrotas ante los pupilos de José Guadalupe Cruz se dejaban venir, cinco partidos sin poder ganarles dejaban sentir su peso y sólo fue cuestión de tiempo para que cedieran.
Jackson Martínez no podía irse sin consagrarse ante su gente, necesitaba poner la cereza a este pastel y qué mejor que el 3-1, mismo que consiguió de cabeza ante un gran pase de George Corral.
Miguel Ángel Flores, árbitro central, aunque abarató las tarjetas en esta actuación, no influyó en el resultado.
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